Todas las terapias alternativas juntas

De repente me doy cuenta de que me he acostumbrado a leer todo tipo de técnicas que, supuestamente, “alivian” o incluyo ayudan a curar a las personas con enfermedades graves y/o terminales.

La gota que colmó el vaso fue una entrevista de La Vanguardia al empresario Iñaki Orive, fundador de la Fundación Pequeño Deseo, con la cual concede un deseo a los niños enfermos (el 80% de ellos de cáncer). Parece que esta acción alivia al enfermo y la familia.

Pero empecemos a hacer un poco de memoria: hace poco salió otra entrevista, también en La Vanguardia, a Deforia Lane, directora de musicoterapia en el Hospital Universitario de Cleveland, en la que también se habla de las bondades de la música y sus supuestos efectos terapéuticos.

¿Y alguien se acuerda de las propiedades terapéuticas de la marihuana? ¿Y de Patch Adams? Y todo esto para no hablar de los consejos de las señoras del interior de Uruguay que más de una vez me han recomendado yuyos para tal o cual herida o problema.

No es mi intención poner en tela de juicio la veracidad de todas estas teorías (por lo menos las cuatro primeras); mucho dinero se ha invertido en investigación para determinar la seriedad de las terapias, y en la mayor parte de los casos (al menos en los más serios) se ha confirmado la hipótesis.

Lo que digo es que si realmente todas estas técnicas “alternativas” tienen efecto, debería instalarse algún hospital piloto en el cual se aplicaran todas, de una forma combinada, para ver los resultados. De repente, la aplicación aislada de cada una tiene una potencia menor que si estuvieran todas juntas; o tal vez no, tal vez su uso individual, específico y separado sea lo que potencia su efectividad.

Ojalá ya exista un hospital así.